domingo, 28 de diciembre de 2008

X

No sé si sos malo o si sos bruto, si sos hormiga o sos cigarra.
Talvez estés en el eje del torbellino del ying y el yang.
Talvez no sepas que un paso mas allá o más acá
hay una encarnizada guerra entre el bien y el mal,
una mentira que es real en un acto de absoluta democracia…

No he visto un malo volverse bueno, pero hoy, como siempre, es mejor parecerlo que serlo…
Y a nosotros, que hemos estado ahí, donde vos estás, qué carajo nos importa lo que es verdad…
Salí a jugar con nosotros, puto viejo. Y vas a ver que por mucho sueño que la vida parezca… los sueños son, siempre, reales mientras duran…

Si sos cigarra, ni esperes que te digan que te pongas a bailar. Bailá nomás… y sonreí caraconresaca.
Si sos hormiga, ni esperes que te pidan para dar. Y dejate de putear caraconresaca, aunque estés exhausto y tengas el culo bien abierto de tanta fornicación en este cuento de nunca acabar… dejate de putear… porque dijo un muerto, mientras aún vivía, que sólo los muertos conocen el final de la guerra…
A veces… ¡sólo a veces! No hay apuro para realizar lo inevitable…
No va a llegar en vida la paz de la utopía y aún así, muchos, van a sangrar hasta encontrarla en la eternidad pero no donde la buscaron en primer lugar…
Yo por lo pronto cuelgo los guantes en la hebilla de mi cinto para cubrir mis pelotas del fuego de los que me creen su enemigo… pero, en fin, cuelgo los guantes de esta batalla porque la nafta de este viaje se terminó trayéndome hasta la verdad… cuelgo los guantes de esta batalla porque esta guerra tiene un solo final, que voy a esperar disfrutando de los nudos sin desenlace de una batalla que disfruto pelear…
La batalla por organizar mi vida mientras la intento disfrutar. (PUNTO MUY FINAL)

Muchas gracias por leer,
ya hayas leído un renglón
o todas las barrabasadas
que subí cada semana

domingo, 21 de diciembre de 2008

ME TIRÉ PORQUE SE ME PARTÍAN LAS BOLAS

Lo cotidiano cuando te alejás es…

Epifanía gasolera que cualquiera puede costear...

Escapadita de tu ciudad, tu gran hogar, y vas a ser Sócrates, Lao Tse, Wallace Black Elk… el que más te guste.
"¡Paren el mundo, me quiero bajar!" [Frase que se ha paseado por el nick de una interminable lista de adolescentes (a no olvidarse de lo extendida que está) convencidos de que pelearse con la novia es motivo suficiente para cortarse las venas y no dejárselas largas (perogrullada: me parece que la muerte es levemente más eterna que cualquier "sufrimiento" no sé a vos que te parece)]

Pero nada es lo que uno espera y así la vida es siempre una película con un excelente guión. Al parecer ni bien me bajé se le saltó la chaveta al que, según un tipo que aparentemente era tan inteligente que lo conocía a dios, no juega a los dados:

-Alberto E=Mc2: ¿Te jugás una generala?

-Él: NO no no NO ¿Qué me estás diciendo?

-Alberto E=Mc2: Eh ¿Porqué te ortivás así, loco? ¿Qué te pasa?

-Él: No, nada. Dejá ya fue ¡Hagamos otra cosa! ¿No tenés el GTA?
… … …
El tipo maneja en una carretera sin horizonte, ni arriba o abajo ¿Qué carajo esperan de él?
Te tirás del mundo y el que manejas ni se fija, porque le preocupa su bragueta; te desilusionás, y el loco hace sonar la Aurora mientras pela su interminable verga; pegás un grito donde no hay garita y el loco te llueve un diluvio de meo con su manguerezca vergaza divina… y no es de malaleche que lo hace –no … es que no se fija…

Pero vos sonreí, caraconresaca, laputaqueteparió…

Que como el tuyo no hay mayor honor…

domingo, 14 de diciembre de 2008

ESE LADO... ESTE LADO

Sonreí cara con resaca
Que esta resaca es la metáfora de tu vida...
Metáfora que talvez me tome la molestia de explicarte cuando no tenga esta resaca...

domingo, 7 de diciembre de 2008

NO ME CAÍ DEL CABALLO

Cuenta una leyenda, que inventé borracho, la historia de la primera vez que los oídos del tiempo oyeron la frase “¡NO ME ROMPÁS MÁS LAS PELOTAS!”.
No son las lagunas, vacíos e incongruencias del relato producto de que se haya quemado su papiro original en el incendio de una colosal biblioteca, ni se perdieron esos en la dimensión de Internet cuando se apagaron todas las computadoras. Se perdieron en un incendio –sí y se perdieron en un apagón que vino después. Un incendio que hizo un vodka innecesario; y para apagarlo una cerveza a 3º. Apagó mi cerebro. Y yo que no había apretado ctrl. G.
Abrió los ojos como cada mañana, tarde, tarde-noche o madrugada en la que se despertaba en quién sabe qué cama, garita, vereda, pupitre o almohada-inodoro y no se olvidó de guardar un poco más de coraje en su frasquito de vidrio que aún conservaba el olor a mermelada. “Todo suma” repetía siempre después de que lo hacía para darse el coraje que necesitaba para guardar coraje en ese frasquito cuyo contenido no crecía más rápido que su barba universitaria que dejaba crecer para sentirse más hombre y tener más coraje del que no poseía por culpa de sus huevos que como en el resto de las personas habían olvidado descender. Lo guardaba todo para el famoso primer día del resto de su vida. Era como un fondo universitario en el escritorio al que siempre le prendía sahumerios como quien tiene una virgencita, un gauchito Gil, una Gilda, un Buda, un póster Angelina Jolie, a Ganesh o a Darth Vader. Como con el capital de un fondo universitario no lo tocaba ni para el más oportuno de los fines de semana en los que necesitase un poco de valentía para el encare –no. Él siempre se abstenía y muy orgulloso de lo suyo comía humildonas. Las sacaba a pasear y todos los chiches. Todo en virtud de aquel momento en el que debiera tomar las riendas de su vida con actitud dominante sobre ese caballo que son las personas que a todos nos rodean y sus miedos cobardes que disfrazan con actitudes presuntamente (o presuntuosamente) responsables.
¡Cuánto había imaginado ese momento! Ya de por sí era intenso en su imaginación. Pero nada de lo que imaginaba llegó a compararse a ese momento en el que se convirtió en actor de su propia película. Aquella vez dejó de tenerle miedo al frasco que era su Dios y se lo bajó a fondo blanco, amargo como ¼ litro de Vodka (se los digo por experiencia propia). No respiró, no saboreó, cerró los ojos y cerró los puños esperando a terminar el trago. Se perdió del momento dirán los sabios. Lo mismo dijo él terminado el trago. Lo supo en ese instante y no después ni antes porque con la última gota del frasco sus calzoncillos empezaron a hervir y silbaban como una pava que da miedo escuchar. Se descontroló, la furia de haber estado tanto tiempo en cautiverio lo hizo odiar a todos y odiarse a sí mismo por todos los instantes perdidos. Sus erráticas decisiones daban miedo a quiénes lo conocían y él los odiaba por eso. Y cuando estuvo solo empezó a calmarse y a ver que había llegado tan lejos con el impulso de su espontaneidad que había quedado muy solo como para disfrutar de su libertad. Y volvió con el rabo entre las patas, volvió con las bolas tristes. “El bolas tristes” le decían. Iba por el camino que había elegido pero iba en piloto automático, como quien dice “Siendo actor de lo que fue”. Vieron sus bolas tristes aquellos que alguna vez intentaron disuadirlo, aquellos que lo amaban con miedo y recelo. Vieron sus bolas heridas (la clase de bolas que ellos no conocían) y las atacaron como un grupo de Hienas en Discovery Channel cuando ven a un León herido y se la dan por el lomo las hijas de puta y a nosotros nos exacerba ver semejante acto de cobardía contra el que es fuerte y por su fuerza se ha visto herido y ahora debe afrontar las consecuencias. Así lo atacaron esos buscando erradicar aquel valor que tanto miedo les daba por dejar en evidencia toda la cobardía que ellos guardaban tras un velo de asumida y cómoda esclavitud.
Le tiraban pálidas, se burlaban de sus sueños, se horrorizaban insinuando la ingenuidad con que pensaba, repetían las frases que los devastaron a ellos mismos en sus respectivos días más importantes. Eran patadas en el estómago para quién ha besado el suelo ¡Que bah! ¡En pleno coito con el suelo!
¡Necios y cobardes! Descubrirán la imprudencia de atacar a un León cercano al final. Cuando la muerte lo espera por donde sea que intente escapar.
Hirvieron sus calzoncillos una vez más, se llenó su saco flácido con el horror ante las palabras pesimistas y virulentas de los resignados, pretenciosos y frustrados… ¡PUTOS DE MIERDA!
“¡HABER SI CALLAN LA PUTA QUE LO PARIÓ!” gritó. Y a todos les corrió la caca por la botamanga.
“¡¿Qué mierda se ponen a hablar de lo que nunca conocieron frustraditos de mierda?!”
Continuó. Y nadie decía ni mu.
Miró con sus ojos un punto muerto para no enfocar, un punto cercano al suelo. Sus pupilas se perdieron en sus recuerdos y empezó a recordar todo aquello por lo que había velado tantas veces. Recordó la cantidad de veces que pensó que nunca desistiría. Eran como mensajes que se había dejado para sí mismo. Mensajes en los que se decía: “No te dejes vencer aunque alguna vez pienses que es infantil querer realizar un sueño. Podés madurar todo lo que dicen que es madurar pero sé que en algún momento vas a frenar, vas a pensar y te vas a dar cuenta que estás viviendo una vida en la que no sabés porqué querés encajar y que si bien te acostumbrás a lo cotidiano por ser esclavo de la cualidad tan humana de querer sistematizar todo, tarde o temprano vas a ver que no tiene nada de malo intentar la posibilidad más imposible en un mundo del que a veces tenemos severas razones para no creerlo tan real” Todo eso se decía y como el famoso segundo en el que toda la vida pasa delante de los ojos antes de la muerte, pasó ante sus ojos toda su niñez y la ficha cayó en el lugar de la catarata de monedas donde todos la quisieran meter. Pudo ver todo el tiempo que le llevó hacer la obra de su vida, obra que curiosamente era su vida, su presente, su momento imperdible, obra que era las pelotas que había estado sembrando para el momento en que quisiera encaminarse a lo desconocido y llegar hasta donde pueda y volver a empezar cuando se quede sin fuerza. Sus ojos volvieron al presente, vio el peligro y sin vacilar, sin gritar y sin embargo con una intensidad que nadie ha vuelto a lograr les dijo “No me rompan las pelotas” y sus palabras recorrieron los oídos de todos los que conocen el dialecto y hasta el tiempo no pudo evitar escuchar y es él quién me ha hecho llegar esta historia. Charlamos la semana pasada, cuando me tiré del mundo cuando seguía en movimiento porque quien lo maneja no quiso frenar.