lunes, 7 de septiembre de 2009

Cuentos de ayer y hoy

[Manual del usuario: Léase imaginando la voz del locutor que lee las cartas célebres en los intermedios de Radio Milenium. Si no sabés a qué me refiero…y bueno, ya fue. Era una flahiada nomás]

Amada: El motivo que se hace silencio bajo mis lágrimas estrelladas es simple, pero lo enredaré con poesía. Si te dijese a la cara esta erupción desacatada, el prejuicio ante la hemorragia en lo blanco de mi ojos, el pelo enmarañado salpicado por la caspa, los moncholos mal podados por la Gillette desafilada y la baranda penetrante atrapada entre las hebras de mi pulóver bacán te conducirían, sin siquiera escucharme, a la inexorable conclusión (totalmente justificada) de que yo no podría ser, ni tras un millón de años internado bajo la ducha, tu príncipe azul.

Sin embargo…

Mi trono es una rama
Mi cetro una guitarra
Los laureles que me coronaban
ahora son la magia de un arroz que se la banca

Mi guerra / espiritual
Mientras consigo algunos mangos para zafar
Mi birome reventada es una herida que sangra
Es un flagelo con la forma del filo inmaculado que una sonrisa de tu boca ha perpetuado en mi retina –en mi córnea. Hemorragia abrumadora. El sinsentido cotidiano se postra en su derrota.
¡Acá estoy! Si es que aún queda algo de magia en este mundo, para pedirte me dejes perseguirte a la medianoche y devolverte una canción que te calza como tanga en la raya – una que se te ha piantado en plena fuga de mí. Para que no logre verte, roto el hechizo del maquillaje y el fijador.
Déjame –OH, Bella comatosa- despertarte, con un candombe, de la fisura que te ha condenado quien tras un ardid ha colado en tu baso de vino un Ribotryl.
Llegaremos tarde, tan tarde a casa que será temprano para los 7 enanos. Y las próximas doce horas que los enanos pasarán laburando, nosotros, arruinaremos el colchón.
Que tus hermanas malvadas limpien el inchastre orgásmico pegoteado en el piso.
Que el veneno que me mate lo segregue tu cuello.
Y la daga que te ensartes se escape de mi pantalón.

Carta del poeta fracasado Laureano a quiénsabecuál puta. Domingo 6 de septiembre del año 2009.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Mujer de las 11 y 45

Dedicado a todas esas personas convencidas de que ya
no me queda decencia, vergüenza o pudor que perder.
Sepan que no es tan así...



¿Adónde vas hoy, mujer? Ayer salvé tu vida; me arrojé a la calle vehemente al ver que un conductor ebrio, a las once y cuarenticinco de la mañana, perdía el control del volante y dirigía, irresponsable, su bólido de acero hacia ti… te salvé la vida, mujer, y, hoy nomás, ya no saludas al pasar. Anteayer, si mal no recuerdo, tuvimos sexo desenfrenado contra los azulejos fríos del bañito del negocio. Y los cachetes de tu culo blanco – ¡OH!, joven madre primeriza, que tus cachas aún conservas intactas- se adherían en esa superficie limpia que tan bien sopapea la piel, como sopapearía la goma, en la suela de unos espores costosos contra el parqué de una cancha de básquet de cuota también muy costosa, manga de fayutos careros. Desprolija, improvisada y a los manotazos forzados estiraste tu remera gris que, en el frenesí impaciente al ritual de la completa desnudez, obviamos sacar, desesperados yo por clavar y vos por ser clavada – ¡OH! zorrita golosa, contemplabas mi chota con ansiedad inversamente proporcional respecto a Damocles y la espada. Te estiraste la remera gris hasta volverla patín resbaladizo de tu colita, ahora roja por los previos y desesperados intentos de fricción. ¡Ahora sí! A darle charrasca. El cuerpo entero sufre en virtud de mantener estridente la desacatada melodía armónica de nuestros muslos resonantes. Suena la hebilla de mi cinto a la par. Tus brazos rígidos a ambos lados pelean por mantener el patín en su lugar. El aliento pide vías más amplias por las cuales viajar. El polvo es asquerosamente breve… inolvidable.
Sin embargo… hoy no saludás.
Ni hablar de las cochinadas que hicimos la semana pasada.
¿Adónde vas hoy, mujer? ¿Hacia dónde te llevarán mis delirios cuando termine tu estadía fugaz en la monótona realidad de mi vida laboral?