Amada: El motivo que se hace silencio bajo mis lágrimas estrelladas es simple, pero lo enredaré con poesía. Si te dijese a la cara esta erupción desacatada, el prejuicio ante la hemorragia en lo blanco de mi ojos, el pelo enmarañado salpicado por la caspa, los moncholos mal podados por
Sin embargo…
Mi trono es una rama
Mi cetro una guitarra
Los laureles que me coronaban
ahora son la magia de un arroz que se la banca
Mi guerra / espiritual
Mientras consigo algunos mangos para zafar
Mi birome reventada es una herida que sangra
Es un flagelo con la forma del filo inmaculado que una sonrisa de tu boca ha perpetuado en mi retina –en mi córnea. Hemorragia abrumadora. El sinsentido cotidiano se postra en su derrota.
¡Acá estoy! Si es que aún queda algo de magia en este mundo, para pedirte me dejes perseguirte a la medianoche y devolverte una canción que te calza como tanga en la raya – una que se te ha piantado en plena fuga de mí. Para que no logre verte, roto el hechizo del maquillaje y el fijador.
Déjame –OH, Bella comatosa- despertarte, con un candombe, de la fisura que te ha condenado quien tras un ardid ha colado en tu baso de vino un Ribotryl.
Llegaremos tarde, tan tarde a casa que será temprano para los 7 enanos. Y las próximas doce horas que los enanos pasarán laburando, nosotros, arruinaremos el colchón.
Que tus hermanas malvadas limpien el inchastre orgásmico pegoteado en el piso.
Que el veneno que me mate lo segregue tu cuello.
Y la daga que te ensartes se escape de mi pantalón.
Carta del poeta fracasado Laureano a quiénsabecuál puta. Domingo 6 de septiembre del año 2009.