domingo, 21 de septiembre de 2008

MANIÁPHILO*

“la mayoría de los pensamientos
son recuerdos”




A veces, sentado en el sillón, cuasipacífico, suspendido, como en un líquido, en una burbuja, que también gravita ingrávida en la aparente nada como una luna atraída, de ambos lados, por el tamaño con el que la superan dos planetas, y ella indecisa, dispersa, disléxica, tiene la vista perdida en sus fantasías de brillar con una luz que sea suya y de nadie más, así flota la burbuja donde adentro floto yo también, entre las esferas: del televisor que prendí para que me haga compañía que no me exija interacción activa, que no se ofende si me cuelgo con la vista perdida en un recuerdo (computadoras y personas no son tan inteligentes como nos hacen creer) y la esfera de mi guitarra que suena sin compromiso porque la casa está como me gusta… vacía (de gente no de muebles, no me robaron ni nada por el estilo, ya dije que está el televisor y el sillón, y la guitarra…) descansa en mi muslo desnudo, blanco y peludo la guitarra, que recibe a mis dedos como caricias haciendo órbitas errantes, libres. Caricias de un amante que no pierde el tiempo tratando de enaltecerse con palabras que expliquen el amor. Simplemente ama, con las yemas de los dedos, la piel que abraza como él quisiera abrazar a su amada… para siempre, por siempre, siempre… siempre ubicado entre los golpes y su amada, siempre recibiendo primero las nanas. Se crean las dos esferas y danzan para llamarme la atención como humildonas frotándose en una bailanta, y yo no miro la tele ni toco la guitarra. Estoy demasiado ocupado perdido en lo más recóndito de mi pensamiento, cazando puteadas que no debería callar más, puliéndolas, afilándolas como a la punta de una lanza, afilándolas como a la punta de una flecha, con la mente saboreando vaticinios de ese momento crucial que me carcome el pecho, y muy de vez en cuando me recuerda que la vida es muy corta como para andar encabronado. Y así, a veces, en ese sillón, surge el autounguláphilo*¹ en mí, consecuencia innegable de la ablutofobia*² que recae entre el espacio de mis defectos y virtudes. HE AQUÍ el manual del usuario que te presto si tenés la mala suerte de tener que aprender a usar este producto defectuoso que soy, fijate si te gusta lo que ves, fijate si sos igual a mí, made in un orgasmo y marcado para la eternidad por él, remade in un palazo, y otro y otro y otro, desilusiones, fracasos, victorias y desilusiones, clímax, orgasmos y experiencias cercanas a la muerte que creí que me habían cambiado la vida, y al cabo de una semana volvía a ser el mismo garca intransigente, indiferente al hecho de que se me termina la vida en cada aliento que tomo… etcétera, etcétera, etcétera… y así me volví atazagorafóbico.*³ Atazagorafóbico al hecho de que alguna vez fui un atiquifóbico** más. Pero no siempre fue así. Alguna vez el máximo concepto de libertad que conocí fue el de las noches de dipsophilia**¹ abrazado a una damajuana de vino, desproporcionadamente económica en relación a su tamaño, que hacía camino recto a una zemiphilia**² autodestructiva…
Pero ya no más…



* Maniaphilia: atracción a la locura
*¹Autoungulaphilia: atracción por rascarse los propios genitales
*²Ablutofobia: miedo a bañarse
*³Atazagorafobia: miedo al olvido
**Atiquifobia: miedo al fracaso
**¹Dipsofilia: atracción a beber
**²Zemifilia: atracción a los topos.

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