lunes, 22 de junio de 2009

Bitácora del Capitán I

He descubierto que cada vez que algún cercano (muy cercano) me pide un favor que realmente detestaría hacer, mi respuesta inmediata es un rotundo NO. Ahora bien, en mi afán de inventar axiomas que justifiquen mi ególatra, negligente y mediocre proceder para luego fingir que mi vida se inspira en trillados principios arraigados en lo más profundo de mi ser subconsciente, el cual cultivo incansablemente y arrastro hacia la superficie de mi ser, he inventado una explicación que se merece reconocimiento por el mérito de la sensatez (lo cuál, una vez más, me sirve para justificar mi eterna búsqueda de la locura)

Decir que no a una petición realmente difícil (y por ende importante) es bueno porque:

Es más fácil retractarse de un NO que retractarse de un SÍ. Veamos el porqué de esto:
Si nuestra respuesta es un desvoluntarioso SÍ (neologismos por ahí) existe un alto grado de probabilidad de que más tarde sintamos el deseo de negarnos. Pero no sólo estaremos atados a nuestra culpa sino que llegado el caso de ser la clase de persona que ha perdido el talento de sentirse culpable (es feo cuando sos el único que levanta la mano) nos retractaremos sin escrúpulos y probablemente, aparte de ser un reverendo fashuto (sí, SH) seremos unos malditos traicioneros y el desprecio hacia nosotros será mucho mayor. En cambio si se ha dicho que NO desde un principio el desprecio que se nos tiene nos convertirá en mártires incomprendidos por el egoísmo de la sociedad avara sedienta de buenas acciones. En este punto existen dos caminos.
Camino 1: ¿Te acordás de la garomba? Exactamente. Lo bueno de que todo te chupe un huevo es que forja el espíritu. Y, al igual que con Goku y los Sayan en general, mientras más severo el daño más fuertes nos haremos [si tenés tiempo y el talento y las ganas de reirte de una inexorable pelotudés probá escribir gokú en el Word 2003 o mayor. ¡Te lo corrige!]
Camino 2: Ser esclavo de la culpa (gracias tergiversadores de la fe cristiana por ese longevo regalito) y convertirte en un verdadero héroe revindicándote de tu martirio y consiguiendo, así, que tu sacrificio sea inolvidable (es la misma diferencia que hay entre una película con o sin suspenso, capishe?)
Camino 2bis: Siempre está la posibilidad de que, a la hora de intentar reivindicarnos, nos encontremos con que nuestros servicios ya no son requeridos. Llegado el caso nos podremos ufanar de habernos quedado con el pan y con la torta (eso de comer la torta con pan no me parece digno de festejos, pedazo de croto).

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